Cuando no tenemos la fuerza para ir por nuestros sueños, cuando hacer más dinero nos parece inalcanzable o cuando la vida nos parece un reto que no podemos enfrentar, nos hace falta un tipo muy particular de energía y puedes encontrarla a través de tu trabajo con tu padre.
Tuve el privilegio de ser invitada como ponente en un Círculo de Mujeres, donde el tema era “Entendiendo la Herida Masculina”. Para poder hablar de este tema, era importante hacer un recorrido a través del papel de hombres y mujeres a lo largo de la historia de la humanidad y hoy quiero invitarte a acompañarme.
¿Por qué tienes que ser tú quien entienda a tus padres? ¿Me creerías si te digo que es por tu propia salud emocional? Déjame explicártelo paso a paso y demostrarte una vez más que eso que "te hacen" cuando te sientes herido no tiene que ver contigo y que tienes lo que se necesita para sanar. Empecemos este viaje desde mi propia adolescencia.
Este espacio lo dedico a los jóvenes adolescentes y a los adolescentes heridos en el cuerpo de adultos, quienes en su relación con sus padres se han sentido solos, abandonados, enojados, incomprendidos, invisibles, presionados, frustrados, tristes, rechazados, juzgados, inseguros, que no hacen nada bien, no escuchados, no validados y, por tanto, no amados. A ustedes les dedico este espacio, esperando que, con estas historias y el aprendizaje que extraigas de ellas, puedas encontrar algo de paz al reconocer que no tiene que ver contigo.