Uno de los duelos que con más resistencia y dolor he vivido ha sido el fin de mi familia nuclear que sucedió en un santiamén: una noche, al ir a dormir, tenía una familia formada por papá, mamá y hermano. Al despertar, todo había cambiado. Ya no tenía mamá y, con el tiempo, para sobrevivir, mi papá se fue alejando, mientras yo me olvidé de mi hermano.