Tarde varias semanas en escribir sobre los padres, pues me di cuenta de que es un tema que me toca profundamente. Aún extraño a mi papá. Extraño las llamadas de más de 1 hora con él, contarle mis proyectos, que me haga bromas, que nos pida a mí y a mis hijos que le demos muchos besos.
El momento de su muerte fue, por un lado, lleno de amor y conexión, pues pude estar con él hasta que su corazón dejó de latir. Por el otro, fue muy estremecedor, pues me sentí como una niña huérfana y desprotegida, sola en el mundo, con la carga de no cometer errores ni tomar decisiones equivocadas, y de empezar a verlo todo con seriedad y sin gozo, porque ya no estaba mi papá para darme un consejo, apoyar mis decisiones o sostenerme cuando la vida se pusiera retadora.
En ese momento no sabía que la energía y la fuerza del padre, esté físicamente o no, siempre acompaña a los hijos hasta que ellos mueran.
Puedo reconocer con claridad los momentos en que mis heridas vinculadas a mi padre bloquearon esa poderosa energía, pero también veo cómo desde el momento que comencé a sanar mi relación con él, he sentido su fuerza y he recibido las bendiciones que este trabajo con él me ha dado.
La energía del padre es la fuerza que tenemos para salir al mundo, para ir por nuestros propios logros y para emprender cualquier idea o proyecto, así como para generar y conservar dinero. También nos sostiene para decir “no”.
Cuando el hijo tiene resentimiento, enojo o asuntos pendientes con su padre, experimentará con dificultad todo lo anterior. Por ello, es importante sanar las huellas de una relación complicada con la figura paterna, tanto biológica como de crianza cuando se tiene.
Hechos que impactan la relación con el padre.
La relación entre la madre y el padre
Si la madre ama y tiene una relación de confianza con el padre, permite que entre los hijos y él haya una buena conexión, respeta sus opiniones, y toman decisiones en conjunto por el bienestar de los chicos, entre otras cosas.
Cuando no es así, la situación es muy distinta, porque la madre busca que sus hijos tomen partido por ella y rechacen al padre a través de quejarse frente a ellos de él, evidenciando sus defectos y exponiendo los problemas que tienen con lujo de detalle. Con frecuencia su estrategia funciona y, con ello, crea un bloqueo para que sus hijos reciban y conecten con esa fuente de fuerza tan nutritiva para sus vidas.
La relación o falta de ella entre padre e hija o hijo
Cuando un padre no sabe cómo relacionarse con sus hijos, se mantiene muy ocupado y ausente. Su forma de crianza es la violencia. Sin darse cuenta, puede mostrar preferencia a uno de los hijos olvidando a los demás.
En casos extremos, algunos padres encuentran razones para quedarse por pocos años junto a sus hijos y luego se van. Otros, sólo les dan la vida y luego parten; mientras otros tantos nunca se han enterado siquiera de que existen.
Este conjunto de situaciones y experiencias rompen la relación entre el padre y su hijo o hija, dejando huellas de dolor en ambos, aunque con más intensidad en los chicos. Es común que elijan cerrarse a recibir cualquier cosa que venga de su padre, aún a costa de su propio bienestar.
La fantasía del padre héroe o villano
En los años en que como niños conocemos el mundo y le damos forma y sentido, nuestro pensamiento mágico está activo. Así que, cuando un padre grita, se enoja, castiga, pelea con mamá, golpea o es violento, a los ojos del pequeño se vuelve un villano.
Por el contrario, cuando como niños, anhelamos el amor o la atención del padre en vida, muere joven o era afectuoso y confiable; le atribuiremos cualidades por las que lo veremos como invencible, intocable y perfecto. Podremos incluso tender a crear una imagen idealizada de él que nos impide ver al hombre completo y real, y, por tanto, aceptarlo e integrarlo en el corazón.
La última forma de fantasía es cuando el padre real no es el padre de mis sueños. Siempre lo veré incompleto e insuficiente, pues no cumple con las características de la figura paterna que imaginé. Lo triste de este tipo de idealización es que hace que nos perdamos de la realidad, que no conectemos con lo que sí hay por anhelar la fantasía. Y es que ¿cómo podemos relacionarlos, aprender, crecer y nutrirnos de lo irreal?
La mayoría de los adultos estamos padeciendo los efectos de una de estas tres ilusiones de la infancia. Por eso lo considero uno de los puntos clave para sanar la relación con el padre.
Ve al encuentro de tu padre y de tu salud emocional.
Si no tienes o tuviste la mejor relación con tu padre y, a la par, crees que la vida es dura, te cuesta trabajo lograr cosas en la vida o, a veces, no te es fácil generar o conservar el dinero; te sugiero que hagas un trabajo profundo con tu padre y su historia (o carencia de ella) con él.
Hay una gran oportunidad de abrirte las puertas hacia todo esto que hasta ahora te ha sido difícil en el hecho mismo de ver a tu padre de verdad: como un ser con sus propios retos durante su infancia e historia de vida; sin información y recursos como los que hoy están a tu alcance; sin guía, con dudas, huellas y heridas; y que, a fin de cuentas, hizo lo mejor pudo.
El camino para lograrlo inicia en tu corazón. Acepta con paz tu historia con él. Renuncia a tener la razón respecto a lo que vivieron y evita calificar y enjuiciar sus acciones y motivos para ser quien fue o hacer lo que hizo. Trata de verlo con compasión y amor, tal y como verías a alguien a quien amas que sabes que está teniendo su propia lucha por poder superar lo que le sucede en su propia vida.
Mereces tener una vida plena en la que te sientas satisfecho de ti mismo, donde celebres tus logros, disfrutes lo que se te presente y generes con facilidad los recursos para que también en lo material vivas con plenitud. Recuerda que la vía para que tener un impulso extra para lograrlo, es tu padre.